3 de marzo de 2012

El caso de la nuez y la porra

Cascó la nuez y salió un antidisturbios con porra, casco y escudo que le preguntó si era de Toxo o de Espe. Le dijo que de ninguno, que tenía alergia a la educación. Él era agricultor, como lo fue su padre y antes su abuelo, y de lo único que sabía era de roturaciones, estaciones y contracciones de espalda. Ah, pues me puedes ayudar -le dijo el antidisturbios-. Tengo una contracción muy fuerte en el costado porque alguien me pisó con unas bailarinas. Eso te pasa por antidisturbios, si fueses agricultor sólo te pisarían las convenciones de Kioto y demás -le contestó el agricultor, y ambos continuaron la conversación.
- Sabes mucho para lo alérgico que eres -dijo el antidisturbios.
- En mis ratos libres casco nueces y salen cosas que me golpéan el intelecto.
- Yo también golpeo intelectos, pero nadie me reconoce como educador.
- Es por el casco. Si fueses sin él sí te reconocerían.
- Si fuese sin él no sería lo que soy.
- Ya, pero te daría el aire.
- ... y alguna piedra voladora que... en mis dos dedos de frente, haría un daño irreparable.
- Ten cuidado con tu porra que me lastimas los bulbos.
- No me provoques que te educo -dijo el antidisturbios levantando su batuta-.

El agricultor estornudó al oír las palabras del policía y, sin tiempo para taparse, le roció todo el escudo de secreciones. Así, con el escudo borroso y sus dos dedos de frente en posición de reserva, el antidistubios comenzó a dibujar el ángulo máximo que le permitiera asestar el mayor de los golpes al agricultor. Pero, éste, ágil y astuto colocó una nueva nuez en la trayectoria del basto que evitó el impacto. El fruto seco comenzó a resquebrajarse y de su interior salió la niña de Rajoy, que resultó ser la hija del antidisturbios.
- Ven papá. Tienes que descansar que mañana volvemos todos a la calle, cada uno a lo suyo.... 

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